REQUENA Y LA COOPERACIÓN JUDICIAL CASTELLANO-ARAGONESA.

26.05.2024

Por Víctor Manuel Galán Tendero.

El más noble ejercicio de los reyes medievales era la aplicación de justicia, según la voluntad de Dios en el pensamiento político de la época. Hacer dejación de tal deber era extremadamente grave, un verdadero desorden de muy funestos resultados. Todo monarca que se preciara debía hacerse de respetar al respecto, sin tolerar intromisiones ajenas. Ningún rey podía pretender irrumpir en un reino ajeno a ejecutar una justicia que no le correspondía, por muy buenas razones que tuviera, y debía de solicitar respetuosamente la extradición de los delincuentes de sus dominios acogidos a los ajenos. Conscientes de los problemas jurisdiccionales, los malhechores supieron sacar buen provecho de las fronteras en toda Europa. Sus reyes fueron muy conscientes de sus triquiñuelas e intentaron suscribir y mantener acuerdos para ponerles coto. A veces la guerra lo impidió, pero en ocasiones se procedió contra los delincuentes de manera eficaz.

En 1339 Alfonso XI de Castilla y Pedro IV de Aragón se consideraban hermanos. Los años de agria oposición entre ambos alrededor de la reina Leonor, hermana del primero y madrastra del segundo, habían dado paso a la cooperación contra los musulmanes en el área del Estrecho, con la firma del pacto de Madrid. La disposición a hacer respetar la justicia común era altamente favorable.

Precisamente, un tal Exemeno, hijo del vecino de Requena Exemeno de Donamilia, había sido prendido en territorio requenense por indicación del rey de Aragón. No sabemos cuál era su delito, pero aquí fue encarcelado, mató a traición al hijo de Gil de Dios (de nombre Rodrigo) y consiguió escapar a territorio aragonés nuevamente. Quizá allí tuviera secuaces que le ayudarían a burlar la justicia.

No sabemos a ciencia cierta en qué estado se encontraba la prisión de Requena, no necesariamente dispuesta en la fortaleza, pero a Exemeno no le resultó imposible fugarse de la misma. La clara referencia en los documentos de la Real Cancillería aragonesa a los padres del asesino y de la víctima nos retrotrae a un tiempo de venganzas entre familias como forma de ajusticiar, muy capaz de desbordarse en un interminable reguero de muertes bajo la invocación de la ley del talión. El fantasma de las luchas de bandos amenazaba a Requena. Sus autoridades lo intentaron evitar por todos los medios.

Así lo hizo Pérez de Heredia, el lugarteniente del alguacil por el noble Fernán Gómez de Albornoz y Luna, hombre de confianza en el área de Alfonso XI que se había enfrentado al infante don Juan Manuel. Pidió al rey de Castilla que requiriera a Exemeno al de Aragón.

Pedro IV lo había sentenciado a muerte, pero la petición funcionó. Reconoció desde Barcelona el 10 de julio de 1339 que había sido encarcelado en Requena para guardar su honor regio y decidió entregarlo, una vez capturado por sus oficiales, para que allí se le aplicara la pena capital. Así se mantenía y alimentaba la hermandad entre los reyes de Castilla y Aragón, con la intención puesta que fuera de utilidad en los años venideros. Los conflictos futuros malograron tal cooperación seriamente.

Fuentes.

ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN.

Real Cancillería, 365, nº. 180v.