LAS TERRIBLES LEYES DE LAS AGUAS Y LA MALA EJECUTORIA DE LAS INFRAESTRUCTURAS.

03.11.2024

Por Víctor Manuel Galán Tendero.

Las comunidades humanas se han enfrentado desde los inicios de la Historia con la furia de las aguas, dispensadoras de vida al mismo tiempo. Los antiguos sumerios ya padecieron y dejaron constancia de la fuerza de las inundaciones, anegándolo todo. En esta infausta semana que vamos dejando atrás, el agua ha vuelto a mostrar su cara más destructiva, escribiendo sus más crueles leyes sobre el terreno.

En el siglo XVI, aguas e infraestructuras ya entraban en conflicto en nuestra comarca. La red de regadío de Requena coincidía con numerosos caminos, que muchas veces yacían en mal estado por ello. La gravedad llegó a ser tan notoria que el concejo requenense ordenó el 9 de diciembre de 1563 a sus caballeros de la sierra, no siempre solícitos en servir al bien común, a que los inspeccionaran para ser reparados. El panorama encontrado resultó desalentador. El camino del Portillo que se dirigía a Utiel, con una calzada que transitaba al lado de la Torrecilla y de la presa del Regajo, se encontraba tan deteriorado que fue catalogado de peligroso y de costoso su arreglo. Las acequias se encargaban de castigar el de Iniesta, en especial en el tramo bajo la Peña Caída y la Vega. Sin limpiarse las acequias cercanas, el de Cofrentes no se podía transitar apenas, al igual que el del regajo de la Noguera. Con enorme esfuerzo trepaba el de Valencia por la cuesta de las acequias de los riegos, irrumpiendo el agua al camino por el barranco Rubio.

El apercibimiento ya había sido dado con toda la formalidad. Otra cosa es que se adoptaran o se pudieran adoptar las provisiones más adecuadas. En la España de los Austrias, como en el resto de Europa, la construcción y mantenimiento de los caminos comarcales se encomendó a los poderes locales, como los municipios de realengo castellanos. El de Requena, como otros tantos, se encontraba acuciado por el peso de los pleitos y de los honorarios correspondientes, dedicando en el buen año fiscal de 1573-74 solamente el 13% de sus recursos económicos. Los problemas económicos y la creciente carga tributaria empeorarían tal situación en un difícil siglo XVII.

La inundación del 24 de marzo de 1639 del camino que accedía a los molinos por el río Magdalenas, el Magro, inquietó sobremanera. Se ordenó para evitar males mayores la limpieza de la acequia madre. La furia de la naturaleza descargaba sobre una obra frágil, con saña, y el 24 de marzo de 1650 se anegó el camino real carretero de Valencia por el hundimiento de la fuente de las Pilas y de las Peñas. La malicia del agua salida de madre encontraba y encuentra poderosas aliados en la carencia de recursos, la inoperancia e incluso la malicia de algunos.

Fuentes.

GALÁN, V. M., Requena bajo los Austrias, Requena, 2017.

REQUENA Y SU HISTORIA
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