LA OCUPACIÓN NAPOLEÓNICA DE REQUENA.

06.10.2024

Por Víctor Manuel Galán Tendero.

A comienzos de 1812, con la caída de la ciudad de Valencia, Requena pasó a manos napoleónicas. Una columna imperial procedente de Cuenca reforzó la conquista. Por entonces, la victoria se antojaba muy esquiva para las armas españolas, ya que las fuerzas de Napoleón proseguían avanzando en la Península y se aprestaban a atacar el imperio ruso. La insurrección de la América española contra el poder metropolitano y las dificultades de los británicos en varios puntos añadían mayores dificultades si cabe.

Una fuerza compuesta por soldados franceses, italianos y alemanes sentó sus reales en el convento de San Francisco, donde los ocupantes proyectaron una verdadera ciudadela. No fue nada barato mantener tal contingente de ocupación, y al angustiado vecindario requenense se le impuso una suma de 4.442 reales mensuales.

La disciplina impuesta por su coronel y el abastecimiento impuesto no cortaron las deserciones de muchos de los soldados napoleónicos, particularmente entre los italianos y los alemanes, obligados a servir en un país hostil por mandato de un poder conquistador.

Por mucho que el círculo de José I y ciertos afrancesados pretendieran difundir las Luces en España, Requena no conoció un gobierno ilustrado y civil, sino una militar y pragmático. Su cuestionamiento de las formas de propiedad, tributación y justicia del Antiguo Régimen respondió a la acuciante necesidad de dinero contante y sonante. El convento del Carmen se convirtió pronto en uno de sus blancos predilectos: desamortizaron sus bienes, dispusieron de sus existencias de granos y convirtieron sus estancias en espacios de acuartelamiento. Con todo, los furores de tiempos de los jacobinos ya habían pasado, ya que Napoleón se condujo de manera oportunista con la Iglesia católica. En Requena sus representantes autorizaron los servicios religiosos en el Carmen para los vecinos del arrabal. Los párrocos, en consonancia, se convirtieron en verdaderos agentes tributarios de los ocupantes.

Como en otros puntos del imperio, se buscó la colaboración de los prohombres locales, algo muy del gusto de Napoleón y de muchos reformistas de comienzos del siglo XIX. La organización municipal de Requena se preservó sin grandes alteraciones, llegando el regidor decano a nombrar corregidor a Domingo de Arce el 21 de febrero de 1812. Las juntas municipales de suministros y alojamientos tuvieron que bregar con no escasos compromisos.

Colaborar era un ejercicio tan lucrativo como arriesgado. A inicios de marzo de 1812 el gobernador de la provincia de Cuenca, otro general, exigió la presencia de dos representantes de Requena. Los escogidos fueron José Pedro de la Cárcel Marcilla y José Ruiz Ramírez, de la oligarquía local. El primero llegaría a hospedar a José I posteriormente. Se les exigieron más recursos y trabajadores, sin que se consiguiera el perdón de los 391.397 reales de los diezmos de 1811.

La llegada de las fuerzas antinapoleónicas de Bassecourt en julio de 1812 impuso nuevos sobresaltos. El sambenito de la colaboración hizo temer lo peor a más de uno, y el primer regidor optó por una retirada estratégica. El trance de dar la bienvenida a los patriotas corrió a cargo de José Pedro de la Cárcel, que una vez más tuvo que encajar exigencias de víveres. Con un pósito más que agotado, la tarea se convirtió en una misión imposible. Da nada sirvió que la junta de subsistencias aumentara de diecinueve a veintiséis sus integrantes, tras la oportuna destitución de los incapaces. Bassecout llegó a ordenar la detención de don José Pedro, que esgrimió motivos médicos para no marchar nuevamente en agosto con un ejército español en retirada.

El retorno de los napoleónicos trajo más de lo mismo, mientras las guerrillas también batallaban por sobrevivir tomando lo que podían y les dejaban. Más de un propietario se encomendó a los napoleónicos como mal menor. En aquellas circunstancias, el ayuntamiento se encontraba minado por las ausencias a finales de la primavera de 1813, cuando las fuerzas de Napoleón se retiraron de nuestra comarca en orden y derrotando a unas tropas españolas tan hambrientas como cualquier hijo de vecino.

Fuentes.

ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE REQUENA.

Actas municipales de 1808-12 (2733) y de 1813-16 (2732).

REQUENA Y SU HISTORIA
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